mi subconciente ecléctico

lunes, noviembre 20, 2006

A los mexicanos se nos ha dicho siempre que la Revolución Mexicana fue un movimiento heroico en favor de los que menos tenían, que impulsó la equidad social, que eliminó la dictadura en México y que dio pie al desarrollo del país. Porfirio Díaz es uno de los personajes más interesantes de la historia de México, su pasado militar que lo convirtió en general hizo que para conseguir el orden social utilizara "mano dura" (así como Felipe Calderón prometió que será su gobierno, ya veremos). Le funcionó por tres décadas, las cárceles del país estaban subutilizadas porque los ladrones, los asesinos y otros enemigos del gobierno aparecían colgados de los árboles, de esta manera daba una advertencia muy clara a una población que moría de hambre trabajando jornadas dobles. Este tipo de mano de obra ciertamente provocó el mayor crecimiento económico que ha experimentado el país. Como ejemplo, el dólar y el peso eran equivalentes y en algún momento se requirieron hasta de dos dólares para comprar un peso. La macroeconomía era un asunto resuelto, el desarrollo tecnológico del país fue comparable al de las potencias a nivel mundial. Entonces apareció un intelectual en escena, Francisco I. Madero no concibió que un gobierno dictatorial fuera justo y el nivel de vida de la población era un ejemplo tangible. En este punto tenemos dos bandos, un general esnob en el poder y un líder idealista con deseos de poder. Hasta aquí todo iba bien, las ideas de Madero pudieron contagiar cierta gente en el gobierno para que a la caída de Don Porfirio (a su muerte) empezara a desarrollarse la justicia social. Pero entonces surgen dos caudillos, Emiliano Zapata y Francisco Villa, líderes pero con pobre educación, personas capaces de mover masas con promesas incumplibles, en resumen populistas. Este par de representantes de la izquierda radical, uno por parte de los campesinos y otro por parte de los obreros generan ejércitos de bandidos, que efectivamente saquean, violan y matan de manera impune; Zapata y Villa aprovecharon a un pueblo enojado e ignorante para alcanzar poder y riqueza. Parece que en 96 años las cosas no han cambiado mucho. Andrés Manuel López Obrador es el nuevo caudillo representante del obrero, enojado e ignorante, que se une irracionalmente a una campaña que ahorita "sólo" significa freno a la productividad pero que podría terminar en acciones violentas lamentables. La otra parte de la izquierda radical es representada por las guerrillas, quienes mueven a grupos de campesinos, muchos de ellos indígenas, que igualmente molestos e ignorantes se saben escuchados únicamente cuando portan armas de fuego. Lo que no tenemos es a la izquierda intelectual, ya nadie se atreve a salir asesinado por enfrentarse a un gobierno injusto, lo cual es comprensible, pero tampoco se atreven a generar panfletos informativos para la población, no aquellos que provoquen mayor enojo e ignorancia, sino los que realmente sean fuente de conocimiento. A casi un siglo del inicio de la Revolución podemos ver que vamos justamente hacia el mismo punto, que los factores fundamentales siguen existiendo: primero una pésima distribución de la riqueza; segundo, el descontento y la ignorancia de la población; y tercero, personajes egocéntricos con sed de poder lidereándonos.