mi subconciente ecléctico

jueves, noviembre 09, 2006

2 de Octubre del 68, no veo una fecha más determinante en el presente político del país. Lo que ocurrió ese día en Tlatelolco fue muy desafortunado para el pueblo mexicano pero no sólo por lo obvio: la muerte de cientos de estudiantes, algunos trabajadores y gente que sólo pasaba por ahí. Los estudiantes que ahí cayeron (y los sobrevivientes) pudieron ser los líderes políticos de izquierda en los ochentas, que al haberles sido permitido exponer sus ideas desde jóvenes sin esta clase de opresión monstruosa, hubieran construido una ideología mucho menos radical. Los movimientos de jóvenes en la década de los sesentas ocurrieron en muchas partes del mundo, París, Berlín, Roma, Londres, muchas ciudades de Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia. En ninguno de éstos países ocurrió una masacre de este tipo y los efectos de estos movimientos imprimieron un desarrollo sociocultural en mayor o menor grado. Pero volviendo a México, el efecto fue contrario, la mayoría de los sobrevivientes pasaron el resto de su vida odiando al gobierno y transmitiéndole este odio a sus hijos, a sus alumnos, a sus votantes; este odio natural que causó el trauma de haber vivido el episodio trágico se convirtió en una izquierda radical y populista. El acto fue tan condenado a nivel mundial y local que ahora tenemos un exceso de movimientos sociales que ya comienzan a mutar en terrorismo y no se ha visto la autoridad requerida para detenerlos. Nos convertimos en un pueblo que culpa de todo a su gobierno (no pretendo decir que hemos tenido buenos gobiernos) y que tiende a creer en mesías, llámense Fox o AMLO. El efecto del 68 en el pueblo mexicano hace que un grupo de profesores que torturan, linchan, matan (imagínense el impacto que tendrá en los niños y jóvenes a quienes dieron y darán clase) tomen la capital de un estado por meses sin que nadie se atreva a hacer algo contundente. Tenemos decenas de grupos guerrilleros, principalmente en ciudades como Guerrero, Oaxaca y Chiapas, pero con presencia en muchos estados más. Éstos grupos radicales pretenden conectar, para la población inconforme, la situación en Oaxaca con el supuesto fraude del 2 de julio, la cantidad de inconformes convierte al reclamo social en una bomba de tiempo. El gobierno tendrá dos opciones, seguirla manejando cuidadosamente para pretender desactivarla (ilusos); o hacer que explote donde menos salgan dañados. En el 68 el mensaje del gobierno fue "no voy a permitir ser cuestionado" y ahora el mensaje es "no me voy a atrever a defender el orden público". Los actos terroristas, las marchas que afectan a millones, la toma de ciudades van a seguir ocurriendo por dos razones, obtienen atención y quedan impunes.