mi subconciente ecléctico

viernes, noviembre 10, 2006

Ayer fui a un rave de Paul Van Dyk, que en el ranking de "The DJ list" está en segundo lugar mundial. Pero no es exactamente el tipo de música que me gusta, en cuanto a electrónica se refiere prefiero el género "Psytrance" enfocado a ritmos más pesados y progresivos. Sin embargo, lo que me pareció muy interesante es el nivel de conexión entre el dj y el público. Personalmente, nunca antes había asistido a un rave como tal, aunque había tenido muchas referencias, lo más cercano que viví fue en un antro de mi ciudad natal donde tomaba una bebida conocida como "Ticket to fly" que era una especie de cable que me enchufaba a través del baile con la música electrónica. El día de ayer mi experiencia fue un poco más enriquecedora, la interacción entre el dj y el público fue impresionante para mi, porque primero pues hay otro dj que te está de alguna manera relajando para imprimir mayor intensidad cuando llega el principal, cuando llegó Paul comienza con algo muy comercial para oprimir el botón de start en el público que a partir de aquí nos convertimos en robots de control remoto, pero con suficiente inteligencia artificial para generar retroalimentación. Después viene un pequeño bajón de intensidad que provoca que la gente pida más y cuando finalmente sube la intensidad pues ya saben, todos comenzamos a saltar como locos y luego por alguna razón nos corta la inspiración y vuelve a dar el bajón, así durante horas que pasan rápidamente. Entre el público encuentras al dj que ahora vino a bailar y mientras lo hace actúa con mímica la generación de cada sonido, encuentras al tipo que reparte abrazos y besos a todo mundo, la chica de las luces que se mueve de manera sensual y no decides si perderte en el contorno de las luces o en sus curvas, ves a algunos cayéndose de borrachos tratando sin éxito de alcanzar la velocidad del beat y unas cuatro personas que me preguntaron si vendía píldoras. Es una imagen hasta cierto punto surrealista, la electrónica es la música que determina nuestra generación tecnológica, es inexplicable para muchos que se pueda disfrutar de algo tan repetitivo, pero se enfoca mucho a un estado de ánimo, una especie de salida a un limbo donde el pensamiento es algo secundario, tal vez alimenta nuestro deseo de ser controlados, de no preocuparnos por tomar decisiones, es muy hedonista e irracional. Es muy animal, se los recomiendo.