mi subconciente ecléctico

jueves, marzo 01, 2007

Hace algunos años, cuando visitaba a un amigo en Guadalajara, una actividad que invariablemente hacíamos era visitar la librería Gandhi, ya que en mi ciudad no había. Pasábamos un par de horas, yo siempre como niño en dulcería, no sólo por los libros, sino por las películas. Hace algunos meses cambié mi ciudad de residencia justo cuando llegó la Gandhi a ella. Afortunadamente en la ciudad en que vivo ahora, también hay y el fin de semana pasado fui con otro amigo.

Mi primer decisión de compra, y sencilla, fue Shichinin No Samurai, porque es un clásico y siempre la había visto mucho más cara de lo que la conseguí. Mi segunda decisión fue The Corporation, un documental que anunciaba falsamente ser de Michael Moore y que me decepcionó mucho. Mi tercer decisión fue, Wilbur Wants to Kill Himself, una comedia negra/drama muy interesante que vi hace mucho en un festival de cine. Además mi amigo llevó Acid House, basada en una novela del mismo escritor de Trainspotting y Dune de David Lynch (interesantísima por cierto), ya se imaginarán nuestro productivo fin de semana.

The Corporation es un documental que critica severamente a las grandes empresas. El planteamiento es; hace ya muchos años que a estas empresas se les dió el papel legal de "personas", por ejemplo en México las conocemos como "personas morales". De manera creativa en comparación al desarrollo general (nefasto), comienzan a desarrollar un perfil psicológico de ciertas corporaciones, partiendo de que son "personas". Las encuentran irresponsables, mentirosas, con problemas para comprometerse, excesivamente ambiciosas y hasta genocidas.

Creo, que al analizar únicamente una cara de la moneda, en prácticamente cualquier tema, sólo vas a encontrar cosas que favorezcan el sentido de tu búsqueda. Pero vamos a pensar en algún "avatar del bien" que sea difícil de encontrarle un aspecto negativo... digamos un monje Zen.

Ahora digamos que partiendo de que las corporaciones son personas, las convirtiéramos a todas ellas en monjes Zen... no tendríamos algo llamado mercado, ni algo llamado tecnología, ni algo llamado empresa por principio de cuentas... el concepto de economía sería algo medio surreal también.

¿Es posible remontar nuestra cotidianidad a un entorno en que el poder esté en manos de monjes Zen? no, difícilmente se me puede ocurrir algo más utópico. Si mañana todos despertáramos en el sendero de la iluminación encontrando la felicidad efímera y eterna al mismo tiempo en cada una de nuestras limitantes haciéndolas desaparecer a su vez, sería maravilloso, pero tenemos el impedimento cultural de cientos de generaciones que han optado por la ambición y el desarollo primero individual, luego de sus seres queridos y finalmente de su versión limitada de "comunidad".

¿Significa que está mal? en absoluto, porque es el camino realista, desgraciadamente termina obligándonos a competir, y al final el problema que percibo es la incapacidad de muchos de encontrar un límite satisfactor.

Hace ya varios años fui a dar una plática a un campus del Tec de Monterrey, a algunos alumnos de preparatoria que estaban a punto de vivir la experiencia del servicio social. Un amigo (quien por cierto es teólogo y nos aventábamos unas discusiones de religión muy interesantes) me pidió que les platicara de la "cultura light", ya que los veía muy desmotivados respecto al servicio social y él lo estaba coordinando.

Mi estrategia fue repartir a algunos de ellos (a 54, con jokers) un mazo de cartas inglesas. No les expliqué en un inicio para qué eran y les comencé a hablar de lo que podía significar el servicio social, les expliqué que la "cultura light" era un comportamiento superficial y desinteresado que limitaba el desarrollo personal. Los invité a hablar en cualquier momento y les decía "muéstrame qué carta te tocó", "una reina", "ah muy bien, imagínense que como la compañera tiene una reina puede opinar, pero que quienes tuvieran algo menor al Jack no pudieran". A la mayoría no les gustó la idea por supuesto y entonces les expliqué que en realidad así es como funcionaba el mundo. Les dije que no todas las personas tienen las mismas oportunidades y que con el sólo hecho de estudiar preparatoria, en una escuela como el Tec de Monterrey, significaba que al nacer les había tocado algo así como un Rey. Con el tono más fresa que he oído en mi vida, un muchacho me preguntó "¿y tenemos la culpa de haber nacido con un Rey?, ¿somos malos por eso?". Le expliqué que por supuesto no, pero que la "cultura light" podía provocar que su visión se redujera a dos números, el Rey y el As, y que prácticas como el servicio social podían extender su visión hacia el resto de las cartas, y que tener una visión más amplia era fundamental para desarrollarnos más integralmente.

Poco a poco hubo más apertura y empezaron a entender el concepto. La vida en general y la Microeconomía en particular pueden resultar extremadamente complejos, el sistema socialista ha requerido ser opresor para desarrollarse, y poco a poco han ido cayendo al capitalismo los países de raíces comunistas. El capitalismo, como lo conocemos, difícilmente será eternamente sostenible porque la excesiva riqueza de pocos tiene un reflejo en la extrema pobreza de muchos. Todos los humanos somos iguales en términos de concepto, pero la verdad es que pocos tenemos mucho más oportunidades que la mayoría. ¿Cuál es entonces la tercer vía?, sentarnos a criticar a las corporaciones sin hacer una propuesta no lo es, criticar la opresión del socialismo, del fascismo y hasta del absolutismo, tampoco resuelve nada.

La verdadera tercera vía (en términos históricos ya estamos viviendo una) tendría qué ser promovida por la gente que tiene el poder para que pueda surtir efecto, pero ellos están siendo directamente beneficiados por el esquema actual, difícilmente querrán un cambio verdaderamente significativo. La única respuesta viable parece entonces que debe venir de aquellos que aún no hemos sido corruptos por el poder (o por la cultura o por lo que sea) y que de alguna manera podríamos acceder a él. Pareciera que entonces todos los que no hemos optado por ser parte de la "cultura light" tenemos una responsabilidad latente, que casi siempre hacemos a un lado porque ya tenemos suficientes cosas en qué pensar respecto a nuestra propia vida. Si decidimos no incidir deberemos esperar a ver cómo lo resuelve alguien más o cómo llega a ser insostenible (qué efectos sociales arrastrará).

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